Lady Godiva fue una dama
sajona que vivió a mediados del siglo XI y que era famosa por su bondad y su
belleza. Era la esposa de Leofric, conde de Chester y Mercia, y señor de
Coventry, con quien contrajo matrimonio hacia el año 1040. De acuerdo con el
cronista del siglo XIII, Roger de Wendower, Godiva rogó a su cónyuge que
redujera los impuestos que abrumaban a los habitantes de Coventry. Quizás
enojado por su insistencia, y queriendo acabar con sus fastidiosas peticiones,
el conde le hizo una escandalosa propuesta a su esposa: «Monta desnuda en tu
caballo, sin más prenda que cubra tu desnudez que tu larga cabellera, y pasea
por el mercado de abastos cuando toda la gente esté allí reunida. Si así lo
haces, accederé a lo que me pides». El conde Leofric le prometió a lady Godiva,
que cuando regresara de su paseo a caballo aprobaría su petición. Pero lo que
Leofric esperaba era que su esposa, escandalizada ante tan humillante
condición, desistiese en su empeño.
Godiva es la versión
latinizada del nombre sajón «Godgifu» [gift of God], lo que viene a ser «regalo
de Dios». Esta noble dama de legendaria belleza, compadeciéndose de los
sufrimientos y apuros de sus siervos, a los que su marido esquilmaba con exacciones
abusivas, intercedió por ellos y paseó desnuda a la vista de todos sus vecinos.
Al saber sus siervos lo que iba a hacer, acordaron en concejo encerrase en sus
casas para no avergonzarla contemplando impúdicamente su desnudez.
El día elegido lady
Godiva paseó desnuda por el pueblo, montada en su caballo, mientras todos los
vecinos de Coventry permanecían en sus casas encerrados y con las ventanas cerradas.
Todos menos un sastre conocido más tarde como Peeping Tom «Tom el Mirón», que
no pudo resistir la tentación de contemplar desnuda a tan bella dama a través
de una rendija en la persiana de su ventana. Según la leyenda, el libidinoso
sastre se quedó ciego por su pecado de lujuria. Además, la expresión pasó a
designar en el idioma inglés a quien en español se llama «mirón» y en francés «voyeur».
El conde Leofric,
conmovido por el gesto de su esposa, cumplió su promesa y rebajó los impuestos.
En adelante, la gobernanza del conde fue célebre por su buena administración y para
perpetuar su memoria y la de su esposa, mandó edificar el monasterio de
Coventry.
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